domingo, 19 de agosto de 2007

320€ sin gastos y sin internet

(Reproducción fidedigna de una llamada telefónica)

- Hola, llamaba por el anuncio que he visto en xxxxxxxxxxx donde dice que alquilas un cuarto.
- Sí.
- Tiene ventana exterior?
- Sí tiene ventana.
- Pero es exterior?
- Sí tiene ventana.
(Momentos de incertidumbre personal, aunque con los móviles ya se sabe. Prosigo con mi conversación de besugos)
- Cuándo puedo ir a verlo? Te va bien hoy?
- Sí
- A las 4?
- Sí
- Cuál es tu nombre?
- Yan (o Xan o Jan, por el acento no sabría decir que nacionalidad, pero de Albacete no era)
- Yo me llamo Núria

La zona era mona, la misma que la de mi primera experiencia, lo que me daba alguna esperanza. Caminando por aquellas calles siempre te imaginas que el piso está en el mejor edificio, mirando números tu esperanza se disipa al encontrarte frente a frente con la realidad.

Llamo al timbre..

- Yesss?
- Soy la Núria

Subo, temerosa de estar en manos de un Hulligan amante de pintas y broncas.

Cual fue mi sorpresa al ver que un agradable, japonés / chino de 1’80 abre al puerta gentilmente. No estaba preparada para aquella experiencia, seamos realistas. Tengo que reconocer que no soy una mujer tan de mundo como yo pensaba.
Cuál fue mi otra sorpresa al ver que dos jóvenes estaban sentados en el sofá del comedor, mis nuevos compañeros?

Cómo podría describir a esos tres hombres juntos sin parecer que mis palabras están cargadas de prejuicios y de mala intención? No sé si podré, voy a intentarlo.

Mis nuevos compañeros eran dos italianos cuyos nombres prefiero olvidar, lo cual hago con una facilidad pasmosa. Se presentaron a si mismos mientras admiraban mi contorno femenino de una forma poco sutil y muy directa.
Después de ver una cocina que a duras penas consiguió superar la guerra civil, me adentro hacia la mugre y la incertidumbre. Hay que decir que mi querido japonesito / chinito, no es mentiroso, pues el cuarto tenía su ventana, sí ventana, sí exterior, sí, al balcón. De esta forma mis queridos nuevos compañeros se podrían pasear por el balcón intentando descubrir algún pedazo más de mi piel.

Aún ahora me pregunto si eran imaginaciones mías o la cama de metro y medio estaba sobre cajas de cartón. Fue mi imaginación o quizás los 3 metros cúbicos de ese cuarto me hicieron vacilar en mis apreciaciones?

5 minutos, lo que tarde en salir d’aquella casa.

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